CAMBIO AL MIEDO O MIEDO AL CAMBIO
¿Que
sentiríamos si nuestra vida quedara estática por siempre?
¿Qué pasaría
si siguiéramos funcionando una y otra vez de la misma manera? Si no cambiáramos
de trabajo, de casa, de pareja, si no conociéramos gente nueva.
¿No
sentiríamos un vació y una desazón difícil de sobrellevar? ¿No sentiríamos que
la vida es realmente un sinsentido con toda la razón?
¿Qué es lo que
tanto nos asusta de los cambios? Lo desconocido es lo que falta descubrir,
tanto de nosotros mismos como del mundo que nos rodea. Aquello en lo que no
incursionamos todavía nos da la adrenalina, la sabiduría y la energía para
seguir convirtiéndonos en lo que ansiamos. Cambiar nos da la posibilidad de
equivocarnos y de aprender de ello.
Desde que
nacemos estamos cambiando inevitablemente. Pasamos por etapas, por
experiencias, vamos así construyendo nuestra identidad a través de lo que nos
es enseñado. ¿Qué pasaría si tuviéramos que quedarnos con TODO lo que nos
enseñaron? Creo que todos tenemos cosas que agradecer a nuestros padres o a las
personas que nos rodearon en nuestra vida sobretodo en los primeros años, pero
así como aprendimos buenas cosas, también aprendimos cosas de las cuales
queremos deshacernos después, o cosas que no elegimos para nuestra vida, que
nos hacen funcionar de una manera que no es la que esperamos para nosotros. Si
no tuviéramos la posibilidad de cambiar, tendríamos que quedarnos siendo
quienes no queremos ser.
El cambio es
una posibilidad que hay que agradecer, nos da libertad y responsabilidad sobre
nuestra vida.
El mayor
condicionante que tiene el cambio es el miedo. Muchas veces irracional, muchas
veces neurótico. El miedo parte de las posibilidades catastróficas que nos
imaginamos sobre las situaciones. ¿Cuál será el motivo por el cual las opciones
que nos imaginamos ante los cambios suelen dejar de ser un balance para
convertirse en negativas?
En la cultura
oriental cambio significa oportunidad. Ambiguo, la palabra oportunidad no es ni
mala ni buena. Pero a diferencia de nosotros, por lo menos avalan que el
resultado sea positivo. Vivimos regocijados en papeles de victimas, siendo
victimarios de nosotros mismos.
Cuando
pensamos de esta manera solo atraemos problemas a nuestra vida y no
oportunidades. Si pensamos que algo malo va a sucedernos, lo más factible es
que nos suceda porque tenemos predisposición a esto, y porque estamos
enfrentados con el cambio, y aunque sea la idea de que las cosas salgan mal ya
era conocida.
No estamos
preparados para el éxito de nuestra vida, no nos creemos merecedores de que las
cosas nos salgan bien. Claramente que cuando emprendemos algo el objetivo es
ser exitosos. Pero hay algo nuestro que siempre tiene la peor opción enfrente
para después no sentirnos tan decepcionados.
Cuando estamos
en una pareja que no nos hace felices, la tendencia es aguantar y esperar con
la ilusión de que cuando el otro cambie tendremos la pareja que esperamos. No
solo depositamos el poder en la otra persona, haciéndola responsable de una
situación en la cual tenemos una participación activa, sino que nos
desentendemos de NUESTRA OPORTUNIDAD, probablemente si nosotros cambiamos
generemos un cambio en el otro.
¿Cuánta gente
vemos con profesiones por legado? ¿Cuántas personas quejándose de su jefe, de
su pareja? Esto también es una elección y debemos ser conciente de ello.
Tomar nuevas
elecciones y nuevos caminos en nuestra vida es el corolario de un proceso
interno, de un despertar hacia otra manera de encarar nuestra vida.