miércoles, 6 de junio de 2012

CINE (casi) MUDO






CINE (casi) MUDO.

Acostada en esa cama, con sabanas blancas, en donde mis deseos se vuelven palpables. Te diviso con tus ojos cerrados a mi derecha, como si durmieras. Inmóvil como la muerte solo siento el calido perfume de tu respiración y agradezco mis elecciones.
Quisiera despertarte con  el sigilo con el que te despierta el trinar de un pájaro, pero yaces tan placida que mi egoísmo aminora.
Mis ojos se cierran en un nuevo descanso. Y los pájaros se transforman en ruidos inanimados de un reloj que marca mis límites en el tiempo. Mis ojos se abren, en la misma habitación, en la misma cama, en el mismo tiempo. Pero ya no estas.
Mi boca pronuncia la única palabra que conoce, tu nombre. Y mientras el silencio se pelea con mi pedido, el eco resuena en mi alma vacía.
Me incorporo en la inercia de buscarte y mi casa no es más que esa habitación en donde no te encuentro.
Me rindo en esas sabanas que huelen todavía a tu boca y me despido mientras te doy la espalda.
Escucho los pasos del reloj y siento como tu cuerpo se mete en nuestro lecho, me acaricias el pelo y el corazón.
Tu presencia me regala la armadura de un cuerpo laxo que descansa. Pero mi armadura se oxida y mis ojos se abran reticentes a mi sueño. Otra vez no estas. Te perdí.
Pero ya no te busco.
Y así despierto en esa cama que no es la mía, en esa cama rancia de excesos.
En mi mesa de luz un cenicero colmado de sueños que se apagaron y ese frasco de pastillas que de vez en cuando me muestran tu cuerpo. 

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